jueves, 21 de julio de 2011

Planeta nos habla de Habitaciones Cerradas, de Care Santos.



Care Santos y su novela
Habitaciones cerradas
conquistan Europa

Tras la extraordinaria acogida en nuestro país, tanto a nivel de lectores como de crítica,
la última novela de Care Santos "Habitaciones cerradas" inicia su andadura internacional.

En estos momento, son 10 los países que ya han contratado la publicación de esta novela :
Francia, Alemania, Italia, Noruega, Suecia, Holanda, Portugal, Grecia, Rumanía y Polonia.

¡Una noticia que sin duda hará felices a miles de lectores más allá de nuestras fronteras!.




"El poder de este libro no está en la idea, el concepto, la sensación;
está en el modo de hacernos cambiar la percepción de las cosas y de nosotros mismos."

ANNA M.GIL (La Vanguardia, Cultura/s) Esta es una novela de silencios, de verdades no dichas, de sombras que escuchan tras la cortina, de secretos, de habitaciones cerradas. Care Santos desgrana en esta obra, la más ambiciosa de su carrera hasta el momento, las miserias familiares de una insigne saga de la Barcelona de finales del siglo XIX e inicios del XX.

Habitaciones cerradas es un viaje literario a una ciudad emergente y cambiante y a una familia con demasiados secretos; pero, sobre todo, es un viaje interior al corazón de su protagonista.

Violeta Lax está casada con un escritor de éxito, tiene gemelos y vive en Chicago, donde dirige el Art Institute. Una carta llegada desde Nesso, un pueblecito cercano al lago Como, la aventura hacia una odisea, hacia lo más profundo de su propia identidad.

Esta búsqueda tiene su punto de partida en el palacete de Paseo de Gracia de sus antepasados, en el que había vivido su abuelo, Amadeo Lax, un importante pintor novecentista. Animada por el estudio de la obra de su abuelo, del que apenas recuerda el día de su entierro en la gran casa, Violeta se adentra en una investigación familiar, que la lleva hasta numerosas habitaciones cerradas, que deberá decidir si abre o no. ¿Quién fue realmente su abuelo? ¿Qué sucedió con su abuela, Teresa, de la que todos dicen huyó a América con un amante? ¿Quiénes fueron realmente los Lax? Y quizá, la más importante, ¿quién es Violeta Lax?

La novela parte de dos secretos, dos misterios. El primero llega en forma de misiva desde Italia. Fiorella Otrante escribe a Violenta para invitarla a Nesso, ya que, su madre, Eulàlia Montull, acaba de morir y menciona a los Lax en el testamento. Y el segundo aparece tras un muro ciego de la casa familiar, detrás de un mural que muestra el bello rostro de la abuela Teresa. Los albaceas municipales del patrimonio de Amadeo Lax quieren reformar el palacete de la familia para albergar un museo en el futuro. Durante las obras y al descorchar de la pared el fresco de la esposa del pintor, aparece una habitación cerrada a cal y canto. En su interior, como si nadie hubiera tocado nada en los últimos 80 años, el cadáver de una mujer descansa en el suelo. Apenas algunas señas, lo identifican. Quizá la más determinante, una cadena en el cuello de la que cuelga un anillo con una inscripción que reza: Francesc Canals Ambrós.

A partir de estos dos enigmas, Santos hilvana una madeja, una historia familiar potentísima apegada a la ciudad de Barcelona, configurando un fresco histórico y social de principios del siglo XX de alto nivel literario, que recuerda en su espíritu y vocación a grandes clásicos de altura, como Los Buddenbrook, de Tomás Mann, o La casa de los espíritus, de Isabel Allende, o a novedades recientes como El club de la buena estrella, de Amy Tan, La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza o la grata sorpresa del pasado año de Use Lahoz con Los Baldrich.

Una oscura herencia familiar

“Tienes razón: puedo admirar al Lax pintor y abominar al Lax ser humano sin que ninguna de las dos cosas interfieran en mi trabajo”.

Tres generaciones de Lax habitan en las páginas de Care Santos. Sería quedarse corto, decir que ésta es una novela de personajes. Es una obra ambiciosa. Un rompecabezas que la autora desflora poco a poco, con tempo tranquilo, frente al lector.

Violeta Lax, narradora y eje conductor de la novela, es la encargada de desvelar los secretos familiares, ocultos durante décadas en las habitaciones cerradas del palacete familiar de Paseo de Gracia, en el pasaje Domingo. Hija de Modesto y Valérie, se instala en la ciudad por segunda vez. De joven, ya pasó una larga temporada, estudiando la obra de su abuelo, Amadeo Lax (1889-1974). El primogénito de Maria del Roser y Rodolfo, patriarcas del clan, fue un pintor novecentista de renombre internacional. Violeta, especialista en Arte, siempre ha cuidado su legado, a pesar de conocer muy poco de él.

Este nuevo viaje a Barcelona le da la oportunidad de saber quién fue realmente su abuelo. Amadeo se casó ya entrado en años conTeresa Brusés (1907-1936), una joven de buena familia enamorada de él desde niña, que decepcionada de su triste matrimonio con el pintor vivió un amor platónico hacia Octavio Conde, un amigo de su marido. Tessita, como la llamaba su familia, desapareció poco antes del estallido de la Guerra Civil, según siempre han contado las malas lenguas familias, de la mano de este amante secreto, aunque en realidad, su devoción nunca pasó del interés cortés y la admiración en la distancia.

Arriba y abajo

Quién todo lo oye, quién todo lo ve y, lo más importante, quién todo lo calla. Las criadas, las mujeres en la sombra, son enHabitaciones Cerradas la llave que permitirá abrir las estancias de esta gran casa, de esta novela. Narradoras encubiertas, ejes narrativos tapados, Concha, Laia o Montserrat serán las cómplices del lector.

Concha Martínez, la nodriza, niñera y dama de compañía de la familia desde 1890 hasta su muerte, abre y cierra la novela. Cuidadora de Amadeo, lo siente como un hijo y lo sigue en silencio durante toda su vida, como Laia Montull, hija de Vicenta y Julián, cocinera y cochero de los Lax. Camarera en la casa, desde niña, será el juguete sexual de Amadeo. Madre de Fiorella Otrante, mostrará a Violeta su legado secreto. Tras su huida junto a Amadeo hacia Italia al estallar la Guerra Civil, ambos vivieron durante años en Nesso, Italia, donde el pintor creó una serie de cuadros que han permanecido en una habitación cerrada, ocultos. Sexuales y bellos, los lienzos muestran a Violenta una nueva arista en el recuerdo de su abuelo.

Una doble vida que también descubrió Teresa, poco antes de desaparecer. La joven, musa de Amadeo, vivió con decepción y miedo su matrimonio. Apegada a su suegra, Maria del Roser, que la acogió como la hija que había perdido -Violeta, fallecida de leucemia-, vivió sus últimos años a su cuidado, cuando ésta ya había empezado a perder el juicio. Teresa sufrió el encierro en vida de las mujeres de su época: condenadas a ser meras esposas. Triste y melancólica, Teresa verá en las creencias espiritistas, transmitidas por su madre política, pero sobre todo en el atento Octavio Conde, una salida a su monotonía. Aunque, desgraciadamente, este mero imaginar una vida mejor le costará la vida, en manos de un enloquecido Amadeo. El pintor al descubrir su engaño platónico, su apenas coqueteo con el empresario, la estrangula y oculta su cadáver en una habitación que clausura y tapia, para pintar sobre el muro su último retrato. “El único modo de retener a una mujer es pintarla”, repetirá el artista.

Quizá por celos, quizá para sentir el poder, el control, quizá para terminar con un lastre que le impedía vivir como le venía en gana, como siempre había querido. Vivir ajeno a los convencionalismos, sintiéndose dueño del mundo. Igual que cuando se vengó de su hermano. Menor que él, Juan siempre compitió con Amadeo. En el internado jesuita al que acudieron de niños, tuvieron muchos enfrentamientos y Amadeo, un niño sensible al arte, sufrió los desafíos de sus hermanos y sus amigos; como una vez que fue acusado de agredirles, aunque ellos habían destrozado antes todos sus dibujos y habían utilizado algunas de sus poesías en clase, llevándose todo el mérito. Así que, cuando el adolescente Juan se enamora de una bella trabajadora de Hilados Lax, Montserrat, Amadeo se siente con el poder de apartarla de su lado y llevarla a su cama. La joven Montserrat, de 16 años y deseo de ser cantante, se convertirá en una cupletista del Salón Doré bajo el nombre de la Bella Olympia. La inocente muchacha se dejará agasajar por Amadeo, con piso en la Rambla Catalunya incluido, aunque para ello devenga una meretriz para amigos del pintor.

Cartas entre mujeres

Una de las riquezas de esta novela es, además de su sólida construcción de personajes, la inteligente estructura narrativa. Alternando franjas de tiempo, como si fueran flashbacks, conocemos el pasado de los protagonistas a través de un narrador omnisciente. Aunque, los mismos personajes toman voz en, lo que parecen, pequeños interludios, para dirigirse directamente al lector. Estas voces, siempre femeninas, hablan mediante cartas o correos electrónicos. O más bien dicho, estas mujeres se confiesan, se abren en canal. Por ejemplo, la hija de Eulàlia, Laia, la camarera con la que huye Amadeo tras cometer el crimen, le da a conocer a Violeta su legado desconocido; Montserrat avisa a Teresa sobre la doble vida de su marido; y Concha narra a Amadeo, desaparecido en Italia, cuál ha sido el destino de la familia Lax, tras la Guerra Civil.

Sin embargo, quizá el intercambio epistolar (digital), más importante y clave para el desarrollo del personaje principal, es el que mantienen Violeta y su madre Valérie. En estas cartas, la joven se desnuda ante su madre: le narra sus dudas matrimoniales, sus miedos ante su nueva vida, sus deseos, sus traumas, y le desvela, su pasado oculto. Durante sus años de juventud, estudiando en Barcelona, mantuvo una intensa relación con una mujer mayor que ella, una conocida cantante francesa, Margot Mallais.

Todas las mujeres encuentran en sus cartas la forma de liberarse, de hallar paz, de desnudarse y compartir su oscuridad, de abrir, en definitiva, una habitación cerrada.

Entre padres e hijos

Habitaciones cerradas también es una historia de padres e hijos. Los patriarcas del clan, tanto Maria del Roser Golorons comoRodolfo Lax, tienen una relación fría y distante con sus hijos, tal y como mandaban los cánones de la época. Amadeo, el primogénito, durmió con Concha, la nodriza y niñera, hasta los cuatro años. Juan y la malograda Violeta corrieron la misma suerte. Maria del Roser era la matriarca de la familia, una heredera de manos finas y mentón alto. Dueña del imperio textil Manufacturas Golorons de Mataró, participó activamente en el movimiento espiritista de Barcelona hasta que la vejez se le fue llevando la razón. El patriarca, muerto durante los alzamientos de la Semana Trágica, fue un importante empresario y urbanista de la ciudad, responsable del crecimiento y emergencia de la Barcelona modernista. Mujer y hombre de su tiempo, asentaron los cimientos de la familia, símbolo de la burguesía catalana de principios del siglo XX.

Tampoco fue más intensa la relación de Amadeo con su hijo Modesto, padre de Violeta, la protagonista. Profesor de teatro de la Universidad de Aviñón, especialista en Bertold Brecht, apenas tiene recuerdos de su familia; fue criado en Francia, por los Brusés, después del estallido de la contienda civil y de la desaparición de su madre. Su relación con Violeta es particular, pero a raíz de su llegada a Barcelona –con su joven asistente y futura segunda esposa- retomará el contacto con ella, dispuesta a abrirse al pasado. Durante algún tiempo, Violeta se sintió traicionada por sus padres. Su madre se divorció de su padre y se casó con Jason, su joven tutor de inglés. Esperando a que su madre se asentara en Estados Unidos, la adolescente Violeta vivió un tiempo en Francia con su padre, entre reproches y silencios.

Por fin, las habitaciones cerradas de la familia Lax, que habían estado guardando polvo y olores rancios, empiezan a abrirse para recibir el aire fresco, la luz de la verdad.

BARCELONA, DE PUERTAS PARA DENTRO

Habitaciones cerradas no puede enmarcarse en un género, no resiste las etiquetas absolutas. Tiene parte de novela costumbrista, de entrega de misterio, de viaje interior, de narración histórica. Por ello, el lector se sumerge en la historia, en sus personajes, en las emociones que subyacen en sus voces, sin detenerse a contemplar el paisaje narrativo. Sin embargo, el escenario es importante.

Barcelona, como protagonista silenciosa, emerge en la novela fuerte y poderosa. Aunque los Lax forman parte de la imaginación de la escritora, un intenso trabajo de documentación y estudio, nutren el texto de escenarios, acontecimientos y personajes reales, que describen a la perfección el carácter del siglo XX, como lo han hecho grandes éxitos de la literatura española, como La sombra del viento, hace ya casi una década, y El tiempo entre costuras, el libro más vendido de 2010. Care Santos navega por los años más interesantes, convulsos y violentos de nuestra Historia: de la Semana Trágica al advenimiento de la Segunda República, del golpe de Estado de Primo de Rivera a la Guerra Civil, de los caminos de tierra a las avenidas asfaltadas, de los viajes en carro a los desplazamientos trasatlánticos, del espíritu decimonónico a la contemporaneidad, de la servidumbre a la rebelión.

Entre realidad y ficción

Unos almacenes que se queman, un santo laico y un rey indispuesto

Los Lax no existieron. Tampoco la gran mansión del pasaje Domingo, cerca del Paseo de Gracia. Pero, sí muchos linajes como ellos, que poblaron la Barcelona de principios de siglo XX. Octavio Conde, el presunto amante de Teresa, o al menos su amor secreto, no existió, pero sí su padre, Eduardo Conde. El padre del ficticio Octavio, fue prominente emprendedor de la época. Nacido en Madrid, emigró muy joven a Cuba. Hombre hecho a sí mismo, pasó de tener una camisería a los grandes almacenes más importantes del país. Los Conde, como narra Santos en la obra, fundaron a finales del siglo XIX los Grandes Almacenes El Siglo, una auténtica institución precursora en toda España que llegó a albergar a más de mil trabajadores en plenas Ramblas. La primera gran superficie de la Ciudad Condal se quemó el día de Navidad de 1932. La versión oficial afirmó que un cortocircuito en un escaparate produjo las llamas y que no hubo víctimas mortales; los lectores de Habitaciones cerradas quizá discrepen. Octavio podría haber perecido en ese incendio después de la visita de Amadeo a su despacho, donde le preguntó violentamente por su supuesta relación con su joven esposa.

El rey Alfonso XIII -que en la novela descansa tras un vahído por un resfriado en el comedor de los Lax-, junto a Francesc Macià o Antonio Maura, son algunos de los centeneras de personajes reales y públicos que pueblan este fresco de la España novecentista, como decenas de prohombres barceloneses. Entre ellos, destacan, por ejemplo, Ramón Bassegoda –arquitecto y conservador de Antoni Gaudí- o Emilio de la Cuadra – precursor de la industria automovilística en España-.

Espiritistas de salón
Como en las buenas películas del Hollywood dorado, esta novela cuenta con secundarios de lujo. Personajes aparentemente en un segundo plano, claves para el desarrollo de la trama y la evolución del personaje principal. Uno de ellos es Francesc Canals Ambrós, conocido como el Santet del Poblenou, el Santo. Fallecido a los 22 años en 1899. Ha sido venerado durante décadas y aún en nuestros días en el Cementerio del Este de Barcelona por sus presuntos poderes curativos. Él será la constante de la novela, a pesar de aparecer físicamente muy poco en las páginas del libro.

La devoción de Maria del Roser por este joven santo popular, del que lleva un anillo gravado con su nombre, la llevará a regalar a su nuera poco antes de morir esta joya simbólica, del que Teresa tampoco se separará. Ni siquiera tras su muerte. Al menos, hasta que al abrir la habitación cerrada, Violeta la descubra.

Sin embargo, la presencia de Francesc Canals en la novela no es sólo a modo de macguffin, sino que permite a Care Santos mostrar uno de los movimientos sociales más inquietantes y desconocidos de la Barcelona novecentista. La sociedad espiritista que se reúne las tardes de los miércoles en el salón de Maria del Roser no existió, pero sí algunas muy parecidas, como la Sociedad Espírita Fraternidad Humana, con sede en Sabadell y presidida por Miguel Vives, llamado el Apóstol del Bien. Este movimiento, también extendido por el mundo anglosajón y seguidores de renombre como Arthur Conan Doyle y Victor Hugo, contó con muchos adeptos en nuestro país a finales del siglo XIX. Incluso en 1889 se celebró en Barcelona el I Congreso Internacional Espiritista. Y también desde la ciudad condal se editaba la revista La luz del porvenir, dirigida por Amalia Domingo Soler, firme defensora de los derechos de la mujer y de la libertad de culto. El franquismo y la Iglesia Católica se encargaron de hacer desaparecer a estos intelectuales.

Barcelona sigue y seguirá siendo uno de los mejores escenarios literarios.

UNA AUTORA PROLÍFICA
Care Santos nació en Mataró (Barcelona) en 1970. Estudió Derecho y Filología Hispánica. Aunque inició su carrera como periodista en el Diari de Barcelona, ABC y El Mundo –en el que aún colabora como crítica literaria-, rápidamente debutó en 1995 con volumen de relatos, Cuentos cítricos. 

Han pasado más de 15 años y su reconocimiento crece cada día. Ha publicado seis novelas, otras seis recopilaciones de relatos, una veintena de novelas juveniles, varias sagas infantiles y dos libros de poemas; y se le acumulan los premios, desde el Ateneo Joven de Sevilla de Novela al Barco de Vapor. En 1997, publicó su primera novela El tango del perdedor. Dos años después, con Trigal de cuervos, ganó su galardón, otorgado por Algaida. Arrancó el milenio con Aprender a huir, a la que siguieron El dueño de las sombras, El síndrome Bovary, La muerte de Venus (finalista del Premio Primavera) y Hacia la luz.

Como narradora para jóvenes, Santos es uno de los nombres más leídos de nuestro país. Entre sus obras destacan Bel. Amor más allá de la muerte y El dueño de las sobras Para primeros lectores, creó la serie El genio Ifigenio.

Fue fundadora y presidenta de la Asociación de Jóvenes Escritores. Actualmente, es coordinadora de contenidos de la página de crítica literaria La Tormenta en un vaso . También mantiene una bitácora personal.

2 leyeron conmigo:

Tatty dijo...

Me gustó muchísimo este libro, una buena historia, estructura original y muy bien escrito. Muy recomendable

Athena Rodríguez dijo...

Le tengo muchas ganas, gracias por el post, me ha parecido muy interesante :D