lunes, 17 de mayo de 2010

Poemas de Circe Maia.


Cambios.

Unas veces el cambio se prepara
en forma subterránea pero estalla
de modo brusco, abierto:
nova en el cielo
grieta en la tierra
inundación de luz en plena noche
lengua de fuego
asoma sorpresivamente en la mirada
del otro, vuelto Otro, vuelto ajeno.

Otros cambios se gestan
imperceptiblemente.
De una oscura manera
de un modo
silencioso
lo que no estaba está y lo que estaba
es destruido.

Pero tan gradualmente
que siempre quedan restos:
de la mirada, alguna
chispa
alguna vez.
De la voz, algún eco
(palabra no enfriada
todavía). 


Abril.

Este día tan lleno de niñez,
las cápsulas verdes de los eucaliptos
en el suelo, entre hojas.

El buen aroma frío y viejo trae
de la mano, consigo,
los paseos al sol y por un parque
en un abril de viento.

Por mirar la vereda así y oír el ruido
de las hojas, arriba;
por recoger las cápsulas y aspirar hasta el alma
su antiguo olor, se puede,

¿A veces, sí, se puede?
abrir puertas cerradas hacía días remotos;
las mañanas del sol y un aire limpio, fino,
los bancos de madera por el borde del parque,
las veredas desiertas,
un viento decidido contra la cara, frío,
y en la mano, tibieza de la mano materna. 


El ruido del mar.

Hay un tejido, una red luminosa
que tiembla en la arena, por abajo del agua.
Se ve a través del verde transparente
como una temblorosa trama.

Cuando la ola rompe su espuma
quedan burbujas sueltas, chiquitas
sobre la piel del agua:
brillan intensa, nítidamente
en seguida se apagan.

Por la suave curva de las olas
sobre su lento avance
sobre su amplio movimiento seguro
la luz resbala.
Se deslizan los resplandores
por los movedizos toboganes del agua.

Ruido del mar, qué golpe derramado
qué entreverada voz y qué sonido
tan confuso y oscuro
cuando todo en derredor está tan claro.

Todos los límites
firmes y recortados
todo con su color tan decidido
los colores tocándose
uno al lado del otro, sin mezclarse.

Y parece que cada uno: limpio
y liso azul, rojo tejado
verdor brillante
diera un sonido puro e inaudible
y todos un acorde fuerte y claro.
Pero el ruido del mar no se comprende,
se desploma continuamente, insiste
una y otra vez, con un cansancio
con una voz borrosa y desgranada…

Y no se sabe
qué es qué quiere o qué pide
el turbio ruido oscuro
cuando todo en derredor está tan claro. 



Sobre la autora:

Circe Maia nació en Montevideo en 1932, pero vive en Tacuarembó desde 1962. Ha sido profesora de Filosofía en el Liceo Departamental y en el Instituto de Formación Docente de Tacuarembó y colabora en la difusión de la cultura griega mediante un centro ad hoc.

Algunos de sus poemas han sido musicalizados por Daniel Viglietti, Jorge Lazaroff, Numa Moraes y Pablo Tozzi Trío.


Sus libros:
  • Plumitas, 1944. 
  • En el tiempo, 1958. 
  • Presencia diaria, 1964. 
  • El Puente, 1970. 
  • Cambio, permanencias, 1978. 
  • Dos voces, 1981. 
  • Destrucciones, (poesía en prosa) 1986. 
  • Un viaje a Salto, 1987 (prosa) 
  • Superficies, 1990. 
  • Círculo de luz, círculo de sombra,1996 
  • De lo visible, 1998 
  • Breve sol, 2001 
  • Obra poética, 2007 (el conjunto de su obra poética) 
En Discografía:

  • Circe Maia por ella misma 
  • Imagen final y otros textos (Ayuí / Tacuabé a/e164k. 1996) 
  • Imagen final y otros textos (reedición. Ayuí / Tacuabé a/e164cd. 2008

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